Ana es una licenciada en Derecho, tiene 30 años de edad, y es de extracción social humilde.
Cuando se licenció, y también por el mismo motivo, disfrutó de discriminación positiva en la selección de un trabajo con un perfil de diplomado en Derecho. Allí estuvo a las órdenes de un jefe que nunca había causado problemas en ninguno de sus anteriores destinos. Inicialmente, Ana intentó ganarse la amistad de su jefe realizando trabajos y favores personales no incluidos en sus obligaciones. No obstante, cuando no realizaba adecuadamente sus funciones, era corregida por su superior de forma empática, igual que el resto de las compañeras. No obstante, ella vivía esta relación como una persecución sistemática.
Empezó a bajar el rendimiento laboral de forma que las recriminaciones de su jefe fueron frecuentes y se las arreglaba para que siempre hubiese testigos. A veces utilizaba sistemas sofisticados, como teléfonos de manos libres, para que los compañeros de despacho escuchasen las críticas de su jefe, el cual hablaba libremente porque pensaba que sólo conversaba con la afectada.
Ana escribió varias cartas a diferentes responsables de su empresa denunciando la situación de mobbing, pero nadie evaluó el problema.
Durante la baja, Ana denunció el tema demandando al jefe por vía penal y a la empresa por responsabilidad civil subsidiaria.
En el juicio se falló que no existían pruebas de la existencia de mobbing y se absolvió al jefe acusado.
Sin embargo el impacto de esta falsa acusación de mobbing en el jefe había sido tremendo; tuvo que ser ingresado en un servicio de psiquiatría por depresión con ideación suicida y estaba en trámite de invalidez.
http://www.psiquiatrialdia.com/eWebs/GetDocumento.do?doc=205900&accion=acc_listar
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